| Mella, el militante, los ideales | ||||
| LÁZARO PINO | ||||
En las páginas más elementales y simplistas de la historia de Cuba, la imagen de Mella suele circunscribirse a su presencia en el momento fundacional del primer Partido Comunista en la Isla —constituido en 1925—, junto a algunas pinceladas de su quehacer como líder emergido de las aulas universitarias. En la narración de aquel primer hecho, habitualmente se menciona la convergencia, en ese instante, de Mella y Carlos Baliño, quien había acompañado a José Martí en la creación del primer partido cubano creado en 1892 para juntar a los patriotas en la lucha por la libertad de Cuba y Puerto Rico: el Partido Revolucionario Cubano. Sin embargo, de manera usual, tal confluencia se presenta más como una continuidad recuperadora desde el pasado —no sin razones: recordemos que aquella República instalada hacía poco más de dos décadas era la negación más absoluta del apotegma martiano de que su ley primera fuese "el culto a la dignidad plena del hombre"—, que como un emerger continuador hacia el futuro. Y esa emergencia que apunta a lo por venir, traslucida en esa ocasión fundacional, tiene en Mella, en su tránsito fulminante desde el liderazgo estudiantil habanero hasta adalid del movimiento revolucionario continental, una de las expresiones más sublimes de la vocación militante, en su sentido más puro y consecuente. Mella descendió de la Colina universitaria para adentrarse en el sentir del pueblo, de los trabajadores y acompañado, remontar los límites de la Historia. Desde antes —y como siempre ocurre con este tipo de seres, hombre-héroe, hombre-mártir-, por ciertos resquicios extraños, incomprensibles, llega la prefiguración de su destino. Sutilezas o predestinaciones. "Además de llorar o sublimizarme, con las grandes obras de belleza, gusto de improvisar arengas vehementes. Más de una vez en mi locura, me he creído frente a un ejército y lo he arengado vibrantemente. Otras veces he pronunciado solo largos discursos cual si estuviera en el Parlamento, defendiendo alguna ley grata a mi espíritu", anota en su diario el 16 de abril de 1920, durante su primera estancia en tierra mexicana. Será así, justamente, como lo verá Lezama Lima, durante una manifestación en el Parque Zayas, en marzo de 1925; y así lo reflejará en las páginas de Paradiso —bautizado Apolo, certeramente—, en todo su ímpetu y fuerza, al frente. Hierve el pensamiento, con una violencia solo comparable con el deseo de esa edad: estalla más allá del cuerpo mismo, que queda estrecho, en una fiebre. En México, en medio de la nostalgia por la patria — añoranza de amores, amigos, fiesta, suelo-, el combate entre instintos y pasiones, "el constante soñar para hacer triunfar mis ideales": "Ver unidas a las Repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, para verlas respetadas, dominadoras y servidoras de la libertad, diosa. "He allí mi ideal", confiesa el 7 de mayo, también de 1920. Junto al ideal, la decisión: "Y siempre en la lucha, hasta que llegue el tiempo, que llegará. No importa cuándo. ¡Es mío!", escribe cuatro días más tarde. A finales de 1922, esa determinación ya se ha hecho realidad, en la fundación de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Pero lo más sorprendente, a la luz del tiempo, es la vorágine —como un relámpago, lo definió alguien, con exactitud—, el torrente de un estudiante que, exactamente tres años después de aquellos arrebatos de sinceridad y premoniciones en su diario, y solo a cinco meses de la creación de la FEU, se dirige al proletariado en un manifiesto, llamándolo a la unidad, a la fortaleza y ofreciendo la hermandad y el abrazo del estudiante; "así unidos marcharemos a la conquista del Ideal". En noviembre de 1923, otro antecedente colosal en esa travesía desde una militancia estudiantil, hacia una social y política: la creación de la Universidad Popular José Martí, instituida sobre dos principios esenciales, "el antidogmatismo científico, pedagógico y político y la justicia social"; abierta a la renovación permanente, según las necesidades que vaya requiriendo el empeño fecundo de "formar en la clase obrera de Cuba y en cuantos acudan a sus aulas, una mentalidad culta, completamente nueva y revolucionaria". En su plan de estudios y claustro, Mella será incluido — ¿podría no serlo?— como profesor de Historia de la Humanidad y de Cuba. La creación de esta universidad, era continuación coherente del primero de los deberes del estudiante, aprobados por aclamación, un mes antes, en la declaración del Primer Congreso Nacional de Estudiantes, redactada por Mella: "divulgar sus conocimientos entre la Sociedad, principalmente entre el proletariado manual, por ser este el elemento más afín del proletariado intelectual, debiendo así hermanarse los hombres del Trabajo, para fomentar una nueva sociedad, libre de parásitos y tiranos, donde nadie viva sino en virtud del propio esfuerzo". Es la certeza —declarada en una misiva de inicios de 1924—, de que "la Reforma Universitaria es parte de una gran cuestión social, por esta causa, hasta que la gran cuestión social no quede completamente resuelta, no podrá haber Nueva Universidad". Este es el Mella que llega a la fundación de la organización política comunista, el 16 de agosto de 1925, marejada cubana de un estremecimiento que recorrió al mundo en 1917, desde el imperio de los zares. Por eso su presencia allí es anticipo de futuros, madurez en medio de la juventud: precursor, adelantado. Casi inmediatamente, al año siguiente, vendrá el exilio, luego de aquel episodio que lo eleva en la altura del estoicismo, su huelga de hambre de diciembre de 1925, en protesta contra un proceso judicial y prisión injustos. El sentido de la militancia en Mella se abrirá entonces, con mayores bríos, a una dimensión internacional. Será México el principal escenario de sus acciones, y las organizaciones revolucionarias de ese país, espacio para su actividad militante. Allí fundará, continuidad martiana, la Asociación de los Nuevos Emigrados Revolucionarios de Cuba. Hasta allí lo seguirá la garra y la saña, convertida en disparo en la oscuridad, por la espalda, el 10 de enero de 1929. Lo escrito entonces, ante el asesinato, confirma aquel devenir tempestuoso del joven, de las aulas a la vida: "Julio Antonio Mella, líder estudiantil y obrero que con sus arengas vibrantes o con sus escritos sencillos sin retóricas ni metáforas, pero enérgicos y viriles había descubierto ante el proletariado continental la odiosa tiranía imperante en Cuba, poniendo de manifiesto innumerables crímenes cometidos por la feroz dictadura machadista; el luchador incansable que a martillo y coraje quiso crear nuestros derechos de hombres: es el gladiador inmortal que con sus grandezas y hazañas servía de proverbial enseñanza y de saludable encomienda a las generaciones actuales", escribió Teodosio Montalbán, uno de sus compañeros en tierra mexicana, miembro del Directorio Estudiantil Universitario de 1927. La declaración del Partido Comunista Cubano ante el hecho, escrita por Villena, comenzaba reconociendo la insuficiencia de las palabras "para decir el dolor de una clase, la angustia de un pueblo, la tristeza y la cólera de los oprimidos. Los trabajadores de Cuba, de América y del mundo, están de duelo porque ha caído un luchador valiente, fuerte y necesario". Inaugurador del martirologio cubano del siglo XX por la libertad y la justicia, su grito gigantesco y magnífico —nuevo grito de mártir, como él mismo había titulado un folleto en que daba a conocer a las víctimas todas del tirano—, es la síntesis de una vocación militante revolucionaria, que trascendió desde las organizaciones estudiantiles, hasta el empeño de la transformación social: "¡Muero por la Revolución. --------------------------------------------- |
Sumate a la Fede!!! fjc_merlo@yahoo.com.ar
- Federacion Juvenil Comunista Merlo en el Nuevo Encuentro!!!!
- En los bancos de las escuelas y las universidades, En el cotidiano trabajo de las fabricas y comercios, En el duro oficio de labrar la tierra, En las plazas, esquinas, bares y fiestas, En las tribunas y murgas, decimos: PRESENTES! Somos jovenes que damos la cara por la Argentina que queremos. Somos comunista porque vamos abrazados con el futuro, en busca de la liberacion nacional. Somos opositores a la sociedad capitalista que no tiene perspectiva para los jovenes y solo nos ofrece desilusion y explotacion. Somos duros contra el imperialismo por eso, estamos firmes con Chavez y Fidel... ...por mañanas de sol y socialismo.
miércoles, 20 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Viva la Revolucion Sandinista!!!!
El Negrito Avellaneda militante de la Federación Juvenil Comunista.
El Negrito Avellaneda , militante de la Federación Juvenil Comunista. Secuestrado a los quince años de edad por el Ejército Argentino el 15 de abril de 1976, su cadáver apareció flotando cerca de Montevideo. A pesar de ser identificado, su cuerpo fue robado por el Ejército Uruguayo que lo mantiene desaparecido. El 27 de abril de 2009 comienza el juicio que además de su familia, tiene como querellantes al Partido Comunista y a la Federación Juvenil Comunista.

(PSI, que más tarde se llamó Partido Comunista), el 6 de enero de 1918. La creación del Partido Comunista fue un acto de rebeldía, fundamentalmente juvenil, contra el reformismo de un Partido Socialista que había abandonado la lucha por la revolución hacía tiempo y que se sumó a la oligarquía en su política pro-británica en la 1º Guerra Mundial.
Para el año 1936 comienza la Guerra Civil Española y el avance del fascismo en el mundo. Esto vuelca al movimiento comunista internacional con muchísima fuerza a la lucha contra el fascismo y la articulación de frentes antifascistas. Esto logró oponerle una fuerza importante a los avances del fascismo en el orden mundial. La Fede en todo el país realizó grandes trabajos de agitación, con pintadas, volanteadas o con compañeros que simplemente se paraban en las esquinas sobre un cajón a dar discursos contra el fascismo, por la República Española, hasta que la policía los arrestaba o hasta que lograban evadirla y vuelta, a las cuatro o cinco cuadras, a poner nuevamente el cajón, y sobre él al compañero y con él la arenga, el mensaje a nuestro pueblo. En esos años La Fede también impulsa las llamadas "Transformadas", clubes barriales donde se desarrollan actividades para la difusión del antifascismo y de tipo recreativo (bailes, biblioteca, etc.), todo cargado de un fuerte sentimiento antiimperialista. Para el ´43. con la CGT partida en dos, desde la Secretaría de Trabajo de un gobierno golpista, Perón empieza a dar respuesta a los reclamos del Movimiento obrero, trabajando con cada uno de los sindicatos por separado, para ganarlos para un proyecto de capitalismo distributivo y pacto social. El Partido y La Fede se pronuncian contra el golpe de estado del ´43 y libran durísimas batallas por la supervivencia ante un estado represor y con fuerte operatoria política al mismo tiempo.
Con el golpe de Onganía en el ´66, hubo una impresionante protesta estudiantil, con varias escuelas y facultades tomadas, que terminó con "La noche de los bastones largos". Se va acumulando bronca, en un marco de organización estudiantil, en el cual La Fede jugaba un papel de conducción decisivo. En las ciudades en las cuales los estudiantes vivían en comunidades, es donde la idea de la unión obrero-estudiantil se hace más fuerte, y la resistencia a la dictadura es más aguerrida, culminando con el Rosariazo y el Cordobazo en 1969.
Aún en las duras condiciones que impuso la dictadura y con el problema de línea del partido de sobrestimar las diferencias entre los militares y debilitar la unidad de la izquierda, La Fede de esos años juega heroicas batallas para recuperar los presos y desaparecidos de las garras de los genocidas. Fueron miles los comunistas perseguidos, cientos de presos, desaparecidos y asesinados por la dictadura. La lucha por los derechos humanos, el esfuerzo por mantener vivo al movimiento obrero y estudiantil, la propia batalla por mantener viva a La Fede en medio del horror son algunos de los méritos de esta fuerza juvenil en los momentos más duros para la lucha revolucionaria. Los años ´80, con la vuelta de la democracia son los primeros años de reconstrucción del movimiento juvenil: de la fuerza estudiantil, obrera y popular. Se recomponen las Juventudes Políticas y se fortalece la solidaridad con Nicaragua, con El Salvador y con Chile que enfrenta a Pinochet en las calles. Nuevamente La Fede se destaca por su internacionalismo revolucionario, abrazando ya en esas épocas las mejores tradiciones del comandante Ernesto Che Guevara.
Apenas puesta a andar la nueva línea definida en el XVI Congreso, que rompe con la idea de la vanguardia autoproclamada, que diseña la estrategia de poder popular y unidad de las izquierdas, cuando formamos el Frente del Pueblo, el Frente Amplio de Liberación y la primera Izquierda Unida, constituimos, en la universidad, el Frente Amplio Estudiantil Santiago Pampillón, avanzamos en la lucha contra el gatillo fácil, etcétera. La historia parece estallar en un giro de locura: el campo socialista encabezado por la Unión soviética colapsa y comienza un penoso proceso de regresión al capitalismo. "Todo lo sólido se desvanece en el aire" había escrito Marx y la propia izquierda parecía darle razón. El movimiento revolucionario se estremece y son miles los que no soportan la presión triunfalista de un capitalismo que parecía haber alcanzado el fin de la historia.
Fue a partir de este hecho, que empezó una carrera descomunal entre el bloque dominante por recomponer su gobernabilidad y su consenso y entre las fuerzas populares por gestar una alternativa política, que pudiera condensar toda la lucha de la resistencia al neoliberalismo, toda la rebeldía que se había expresado en la lucha popular, para disputar de una buena vez el poder real. El hecho de que los sectores del poder se hayan recompuesto más rápidamente no implica necesariamente que se hayan cancelado las posibilidades para la construcción de una alternativa popular. Pero también debe dejarnos en claro que la tarea principal de La Fede en esta etapa es ser capaz de aportar decididamente a la construcción de esta alternativa, siendo capaz de incorporar a los jóvenes a la lucha por la revolución desde una cultura superadora de las taras históricas que arrastra el campo popular argentino. La etapa de recomposición y de ofensiva que está teniendo el movimiento revolucionario, sobre todo en nuestro continente, nos plantea un escenario mas que alentador, lleno de posibilidades tanto para nuestra generación, como para nuestra cultura y tradición política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario